martes, 29 de enero de 2008

"American Gods", de Neil Gaiman (ebook)

Qué dioses tan humanos son los de Neil Gaiman, llenos de defectos, envidiosos y traidores. Aunque es lógico, ya que sólo existen como invenciones de los humanos.

Es un libro mucho más oscuro y crudo que los otros suyos que he leído hasta ahora, pero también mucho más complejo. Y es también un libro totalmente americano, no hay ni rastro de Gran Bretaña en él, tan sólo algún duende irlandés por ahí perdido, pero que resulta menos importante que los dioses nórdicos o egipcios.

En los agradecimientos el autor menciona que Terry Prattchett lo ayudó a desenmarañar un nudo en la trama; me muero de curiosidad por saber cuál fue. Desde luego, la historia es lo bastante liosa como para estar a la altura del gran TP.

Sólo los dioses son reales.

sábado, 12 de enero de 2008

"Shamela", de Henry Fielding

Divertidísima versión satírica de "Pamela", de Samuel Richardson, en la que la protagonista, en lugar de un dechado de virtudes, es una golfa interesada y artera sin moral, que engaña y maquina hasta conseguir que el idiota de su señor se case con ella, mientras mantiene como amante al pastor de la parroquia.

Los personajes secundarios --los criados, vecinos y la madre de la chica-- son igual de inmorales que ella, lo que hace la historia aún más divertida. ¡Incluso se da a entender que su madre es una prostituta! El padre ni se menciona, así que es de suponer que la chica es hija natural.

La verdad es que es una versión mucho más entretenida (y verosímil) que la del santurrón de Richardson.

domingo, 6 de enero de 2008

"Mientras agonizo", de William Faulkner

Qué historia tan terrible, y qué familia tan espantosa. Está claro lo espantoso que es tener un vago en casa, porque todos los gandules son unos egoístas (o no serían capaces de quedarse tumbados a la bartola mientras los demás trabajan). Pero encima, este vago en particular es un insensato que lleva a sus hijos al desastre.

La imagen de la carreta avanzando por el barro con el ataúd de la madre y seguido de una bandada de buitres es de las más vívidas que he encontrado jamás en un libro.